El material utilizado, metal desplegado, deja ver a través de las superficies el espacio interior de los volúmenes. De modo que puede verse un animal dentro de otro: en este caso el ave dentro del lagarto. La conjunción de estos dos animales crea una nueva unidad más allá de sus identidades individuales. Las características de ambos se combinan en una quimera capaz de reptar y volar al mismo tiempo, una especie de dragón con escamas y plumas, que puede meterse en madrigueras y desplazarse en el pastizal en contacto con la tierra y a la vez despegar del suelo, conquistar el aire con liviandad. Se trata de una imagen que habla de nuestra conexión con lo concreto material sobre lo que estamos apoyados y nos movemos todos los días y a la vez con el mundo etéreo de nuestras mentes, el pensamiento, la fantasía y la creatividad, el espíritu libre que puede dirigir al cuerpo para concretar los deseos de su corazón.
El lagarto overo es también llamado iguana overa, tegu, teju, teyu o teyú El origen de los últimos nombres es el guaraní, por lo que en el nombre de la obra se combina con el término que utilizan los guaraníes para ave o pájaro.